Sí, como lo leéis, esta semana has sido el cumpleaños del blog, el primero para ser exactos. Y ahora sonaré como una abuela cuando diga eso de ¡qué rápido pasa el tiempo! Cuando empecé con toda esta aventura no estaba muy segura de cómo iría o de cuanto duraría… pero 12 meses y 26 recetas después, aquí sigo. Ahora, ¡a por el segundo año!
Y claro, como en todo cumpleaños, había que haber un pastel. Y ya que estamos en pleno invierno, tenía que ser una receta acorde a la época. Y como además estamos en las vacaciones de Navidad, y yo siempre me imagino ésta época con frío y nieve, pues tenía que ser un pastel nevado. Porque mirad que a mi me gusta poco el frío pero siempre tengo la imagen esa de todas las pelis de una blanca Navidad, con mucha nieve, frío y un hot chocolate con mini marshmallows al lado de una chimenea. Pues nada, como aquí la nieve poco la vemos, y la única chimenea que tengo es la de Netflix, habrá que conformarse con la nieve en el pastel.
Así, pues esta receta está llena de sabores de invierno, como la canela o la mandarina, y además me permite aprovechar la superproducción de mandarinas que tenemos en casa otro año más. La encontré navegando por internet en busca de inspiración, en el blog Cookcakes de Ainhoa, y si bien al principio era un poco escéptica de como podía quedar, el resultado es espectacular. Lo serví en casa en Año Nuevo y encantó. Porque además no es nada dulce, o sea ideal para después de una comida copiosa.
Aquí está la receta, aunque yo la he adaptado un poco.
PASTEL DE INVIERNO
Para el bizcocho (molde de 15 cm)
100 gr de mantequilla a temperatura ambiente
100 gr de azúcar moreno
220 gr de harina
1 cucharadita y 1/2 de levadura química
una pizca de sal
1 cucharadita de canela en polvo
125 gr de yogur griego azucarado
Ralladura y zumo de dos mandarinas medianas
50 ml de ron
2 huevos
Para el frosting de queso
300 gr de queso crema
150 gr de azúcar glas
125 ml de nata líquida para montar
Para decorar
Coco rallado
Virutas de coco
Unas ramitas de romero
Azúcar glas
Como siempre, empezaremos por los preparativos previos: precalentaremos el horno (a 170 grados, con calor arriba y abajo), enharinaremos el molde y tamizaremos la harina, junto con el puñado de sal, la canela y la levadura química. También haremos la ralladura de las mandarinas y las exprimiremos para tener el zumo preparado.
Y una vez todo a punto, ya podemos ponernos en marcha con el bizcocho. El primer paso será batir la mantequilla con el azúcar moreno, hasta que la mezcla se haya integrado bien y tenga una textura cremosa. A continuación, añadiremos, uno a uno, los huevos; no añadiremos el segundo hasta que el primero esté totalmente incorporado al mezcla. Seguiremos batiendo hasta que tengamos una masa esponjosa, y entonces será el turno el yogur.
El siguiente paso será añadir la mitad de la mezcla de la harina con la levadura, la canela y la sal. Y recordad, cuando se empieza a incorporar la harina, hay que reducir la velocidad de la batidora al mínimo, sino el bizcocho nos quedará apelmazado. Una vez la harina esté bien incorporada, incorporaremos el zumo, la ralladura de las mandarinas y el ron. Mezclaremos un poco con cuidado, y añadiremos la segunda mitad de la harina. Batiremos de nuevo a velocidad mínima (o incluso con una espátula) y cuando veamos que la masa está integrada ya la podremos pasar al molde. Hornearemos durante 55 minutos aproximadamente o hasta que al pinchar con un palillo éste salga limpio. Llegado este punto, sacaremos el bizcocho del molde y dejaremos que se enfríe sobre una rejilla.
Mientras el bizcocho se enfría, podemos aprovechar para preparar el frosting: montaremos la nata y reservaremos. A continuación batiremos la crema de queso con el azúcar glas, y cuando tengamos la mezcla bien incorporada, con la ayuda de una espátula y realizando movimientos envolventes, añadiremos, poco a poco, la nata. Y listo. Como ya os he comentado alguna vez, esta receta de Nigella Lawson para el frosting de queso es mi favorita. Encuentro que al no llevar mantequilla es más ligera y sabe más a queso.
Cuando el bizcocho haya enfriado, ya lo podremos cortar en capas (en este a caso yo hice dos) y podremos montar el pastel.
Para decorarlo, yo utilicé coco rallado para los laterales y virutas de coco para la parte superior. A continuación, añadí unas ramitas de romero para simular abetos y espolvoreé por encima azúcar glas para dar la impresión de que los arbolitos estaban nevados.
Es una receta original, y no muy difícil, que si os atrevéis a preparar seguro que sorprenderéis. Ya me contaréis el resultado.
Felicidades por el cumple!!!! que pintaza tiene la tarta!!!!!
https://umamibeauty.wordpress.com/
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Muchas gracias Whity!
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