Como os explicaba el otro día, mi último intento de bundt acabó en un desastre de dimensiones épicas: el bundt no se desmoldó, se acabó rompiendo y yo que quedé con un montón de migas, compuesta y sin postre; eso sí, al menos las migas estaban buenas…
Perfeccionista como soy, las cosas no podían acabar así; no podía sucumbir al desastre y tirar el molde por la ventana. Así pues, con la excusa del día del padre, avisé a mi madre que quizás me presentaba a comer con un postre, o quizás no (ojo a mi optimismo).
El siguiente paso fue buscar las causas de por qué podría haber pasado y las posibles soluciones. Con esto en mente, me fui a la página web de la marca a ver qué encontraba y el diagnóstico fu el siguiente: como consecuencia de los lavados, se había perdido la antiadherencia del molde, y recuperarla era muy fácil: lavar el molde con KH7 (sí el quita grasas de la cocina…). Y lo probé, y como podéis ver por las fotos, funcionó. O sea que si os ha pasado alguna vez, o si os pasa en un futuro… aquí tenéis la respuesta.
El bundt elegido fue el de Guiness. Ya que era para mi padre, pensé, haz algo que le guste a él… Y a él le gusta la cerveza y el chocolate. Así pues, blanco y en botella. Además, ya sabía que la Tarta Guiness es una de sus favoritas, o sea que esta apuesta era un win-win. Para aquellos que no conozcáis este tipo de tarta: no, no sabe a cerveza; sí, sabe mucho a chocolate; no tiene alcohol, puesto que éste se evapora todo en el horno.
Y vamos ya a la receta. En este caso probé con la receta publicada en I Love Bundt Cakes. Lo único que cambié el glaseado que ellas proponen y aposté por chocolate blanco deshecho, imitando el efecto de la espuma blanca de la cerveza.
Vamos al lío:
GUINESS BUNDT CAKE
Para el bundt (molde de 9 tazas. Yo usé el modelo Heritage de Nordic Ware)
250 gr de mantequilla a temperatura ambiente
250 gr de cerveza negra Guinness
250 gr de harina
200 gr de azúcar blanco
75 gr de cacao en polvo sin azúcar
2 ½ cucharaditas de bicarbonato
3 huevos medianos (ó 2 grandes)
1 cucharadita de aroma de vainilla
140 gr de nata para montar
Para el glaseado de chocolate blanco
100 gramos de chocolate blanco derretido
Como siempre, empezaremos por los preparativos previos. Lo primero será precalentar el horno a 180 grados, arriba y abajo, y engrasar bien el molde con spray desmoldante o mantequilla derretida. Y ya nos podremos poner con la masa. Lo primero: pondremos la cerveza en un cazo, a fuego medio, y cuando empiece a estar caliente, añadiremos la mantequilla a trocitos e iremos removiendo hasta que ésta esté totalmente disuelta. Retiraremos del fuego y dejaremos que se enfríe.
Por otro lado, en un bol mezclaremos los ingredientes secos: harina, previamente tamizada, azúcar, cacao y bicarbonato.
En otro bol, mezclaremos los ingredientes líquidos, con unas varillas: los huevos, la nata y la vainilla. Cuando todo esté bien integrado, incorporaremos la mezcla de la cerveza con la mantequilla y seguiremos mezclando hasta que la masa sea homogénea.
A continuación, incorporaremos, en tres veces, los sólidos a los líquidos, y cuando la masa sea uniforme ya lo podremos pasar al molde y al horno. El tiempo de horneado será de unos 45-50 minutos, o hasta que al pincharlo con un palillo éste salga limpio.
Recordad los principales trucos para hornear el bundt perfecto: la masa la añadiremos siempre por el mismo punto del molde, y ella sola ya se irá repartiendo por todo el recipiente. Una vez hayamos acabado, daremos unos pequeños golpecitos sobre la encimera de la cocina para acabar de asentar la masa. Una vez en el horno, pondremos el molde a media altura y sobre una rejilla.
Cuando el tiempo de cocción haya terminado, sacaremos el molde del horno y lo dejaremos reposar 10 minutos. Pasado este tiempo, tendremos que ver que el bizcocho se ha empezado a separar de las paredes del molde. Con cuidado de no quemarnos, moveremos un poco el molde arriba y abajo, y hacia los lados, para ayudar a que el bizcocho se acabe de despegar, y ya podremos desmoldar.
Dejaremos que el bundt se acabe de enfriar sobre una rejilla.
Mientras aprovecharemos para preparar el glaseado. En este caso será muy fácil: pondremos el chocolate blanco a derretir en el microondas a baja temperatura y a intervalos cortos (cuidado no se queme) y cuando esté completamente deshecho ya podremos verterlo por encima del bizcocho.
Y listo! A qué ha sido fácil?
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